¿Has probado alguna vez a premiar a tu hijo si ordena la habitación o si estudia y sientes que no ha funcionado? Seguramente también hayas oído hablar de la técnica de Economía de Fichas para motivarle, o para que deje de hacer un comportamiento inapropiado, y puede ser que te hayas animado a probarla, pero ¿sabes bien cuándo y cómo utilizarla?
A continuación, te presentamos esta y otras técnicas de disciplina positiva como alternativa eficaz a los premios y recompensas a la hora de modificar conductas no deseadas y adquirir nuevas rutinas.
Economía de fichas ¿Qué es?
La economía de fichas es una técnica de modificación de conducta conductista que se utiliza en psicología para reforzar el comportamiento deseado en niños a través de recompensas.
Consiste en otorgar puntos a los niños por realizar conductas positivas, que luego pueden ser canjeadas por algún premio.
Por ejemplo, si un niño procrastina el ponerse a estudiar y cumple con la planificación de estudio acordada como: tener ordenado el escritorio, eliminar las distracciones (móvil, música, tv…) y estudiar concentrado en periodos cortos de 20 minutos, se le da un punto o una ficha por cada una de las tareas realizadas.
Cuando acumule el número de fichas pactado previamente, se le premiará con algún tipo de recompensa que sea de su elección como ir al cine a ver la película que le gusta o comprarle un juguete.
A pesar de ser una técnica de modificación de conducta que resulta de gran utilidad también tiene sus desventajas.
Si es útil y rápido, ¿por qué no usarla como primera opción o a todas horas?
La economía de fichas así como cualquier dinámica que implique premios es una técnica efectiva, pero como regla general, no debería ser la primera opción o no se debería aplicar de forma indiscriminada o sin supervisión o asesoramiento de un psicólogo.
La razón principal es que no promueve una verdadera comprensión de la importancia de hacer las conductas o tareas deseadas y puede generar dependencia hacia el premio.
Además, no se genera una motivación intrínseca a largo plazo, como la satisfacción de conectar con nuestros talentos y trabajar para conseguir nuestros objetivos, sino una motivación extrínseca que será cortoplacista y dependiente de la recompensa.
En el ejemplo anterior, puede ser que el niño no interiorice el gusto por el aprendizaje y llegue incluso a verlo como una obligación o un medio para conseguir lo que quiere.
Pero esto no quiere decir que nunca se deba aplicar la economía de fichas en adolescentes o niños. De hecho, en los siguientes casos puede ser muy eficaz.
¿Cuándo es útil la economía de fichas?
- • En niños que presentan comportamientos desafiantes o problemáticos.
- • Cuando se necesita un incentivo extra para cambiar su comportamiento.
- • En casos de adicción a la tecnología o videojuegos, donde se pueden utilizar las fichas como incentivo para disminuir su tiempo de uso.
- • En niños con necesidades especiales, como el trastorno del espectro autista, donde esta técnica puede ser especialmente útil para mejorar su conducta y habilidades sociales.
¿Cómo aplicar la economía de fichas?
- • Definir la conducta a reforzar de forma específica.
- • Establecer las recompensas: por cumplir con las conductas deseadas.
- • Así como el sistema de fichas: indicando la cantidad de fichas que se otorgarán por cada conducta realizada correctamente.
- • Implementar el programa: dándole al niño las fichas correspondientes por las conductas deseadas.
- • Canjear las fichas por recompensas: una vez que el niño haya conseguido el número de fichas acordado, se canjea por las recompensas establecidas.
Aunque así explicado puede parecer sencillo la realidad es que diseñar un programa de economía de es complejo y debe realizarse por profesionales ya que hay muchas variables a tener en cuenta como la edad del niño, su nivel madurativo, el tipo y la cantidad de fichas, las recompensas.
Alternativas a los premios y recompensas.
Existen otras alternativas que pueden ser muy efectivas para modificar el comportamiento de los niños, sin generar una dependencia en las recompensas y fomentando una comprensión más profunda de la importancia de realizar las tareas y conductas deseadas.
Algunas de estas alternativas son:
- • Tiempo de calidad: pasar tiempo de calidad con los niños, proporcionándoles atención, escucha y apoyo emocional fortalece el vínculo entre padres e hijos y promueve un comportamiento positivo. “Qué te apetece que hagamos este sábado por la tarde, quieres ir al salón del cómic que tanto te gusta para ver si encontramos algún cómic chulo¨.
- • Reforzamiento verbal: reconocer verbalmente los comportamientos positivos de los niños y elogiarlos puede ser igualmente efectivo que dar una recompensa material. “Me alegra ver que has ordenado el escritorio, ahora es mucho más fácil encontrar lo que necesitas¨, “es muy responsable por tu parte apagar el teléfono para ponerte a estudiar”.
- • Reforzamiento natural: promover actividades y tareas que sean gratificantes para los niños, como salir de excursión, jugar con amigos o hacer ejercicio. ¨ Me encantaría que vayamos a patinar juntos¨.
- • Reforzamiento social: proporcionar oportunidades para que los niños se relacionen, promoviendo la solidaridad y el trabajo en equipo. ¨Podemos preparar una fiesta de cumpleaños sorpresa con tus hermanos para papá”.
Educar en Positivo como alternativa eficaz
Educar en Positivo es una alternativa eficaz a las técnicas conductistas para modificar la conducta. Se basa en el respeto mutuo, la comprensión y la empatía hacia los niños. Siendo un enfoque educativo que fomenta su autoestima, autonomía y responsabilidad.
Como padres podemos ayudarles desde la firmeza y el respeto, para que sean respetuosos con los demás, responsables de sí mismos y con recursos para desenvolverse de forma positiva y conseguir sus metas.
En conclusión, aunque la economía de fichas puede ser muy útil en algunos casos, no debería ser la primera opción para modificar el comportamiento de los niños. Es importante utilizar esta técnica de manera complementaria a otras estrategias y tener en cuenta las alternativas que fomentan una comprensión más profunda de la importancia de realizar las tareas y conductas deseadas.