El término Persona Altamente Sensible (PAS) es un término muy nuevo, sobre el que todavía se está estudiando. Previamente a este concepto se hablaba de “sobreexposición estimular”.
En otros vídeos y en mi cuenta de Instagram, os he comentado en ocasiones anteriores que no nacemos con personalidad, pero sí nacemos con una parte que forma la personalidad, el temperamento. Pues el rasgo PAS forma parte del temperamento, es decir, que por lo que se sabe actualmente, este rasgo es genético y se puede heredar. De todas las características innatas de temperamento, éste rasgo es el que genera las diferencias más espectaculares y apreciables.
A pesar de esto, las circunstancias también pueden llevar a la desaparición del rasgo. Pueden hacerse personas más duras debido a las presiones de los padres, la escuela o amigos. Otras causas pueden ser la vida en un entorno masificado o ruidoso, crecer en una familia grande o la presión para ser más activo físicamente puede reducir a veces la sensibilidad.
En la infancia se puede identificar a un niño PAS por presentar dificultades con los cambios (por ejemplo: al quitarle la ropa y meterlo en el agua para el baño o cuando le dan a probar alimentos nuevos) sensibilidad ante los ruidos, cólicos frecuentes y dificultades para dormir (sobre todo cuando están muy cansados). En general, son altamente reactivos (irritables e incómodos)
Se ha demostrado que los fluidos corporales de los niños más sensibles muestran indicios de altos niveles de norepinefrina en el cerebro (asociada a la activación). También muestran más cortisol. El equilibrio entre la activación conductual y la inhibición conductual genera la sensibilidad.
Las personas altamente sensibles son personas que perciben las emociones con más intensidad y también las sensaciones corporales. Pero tenemos que tener en cuenta que no es que su audición, su visión o cualquier otro sentido sean más agudos (de hecho, muchas PAS llevan gafas), la diferencia realmente está en el camino hacia el cerebro o en el cerebro en sí, en el hecho de que la información se procesa de una forma más elaborada. La estimulación que provoca la percepción sensorial no solo viene de fuera, puede venir también de nuestro propio organismo.
Al percibir los estímulos con mayor intensidad tanto emocionalmente como sensorialmente, son personas que se activan con mayor facilidad. Es importante no confundir la activación con el miedo: el miedo crea activación, pero eso también lo hacen otros estados, como la alegría, la curiosidad o la ira.
La activación puede manifestarse como rubor, temblores, palpitaciones, temblor de manos, pensamiento obnubilado, estómago revuelto, tensión muscular y transpiración de manos o de otras partes del cuerpo.