La actitud de los padres hacia sus hijos va a ser determinante a la hora de que su hijo se desarrolle de manera saludable. Aunque por otro lado, es cierto que ante un mismo padre que intenta actuar de manera similar ante dos hijos, cada uno puede tener interpretaciones distintas de la situación, dependerá del temperamento (la base biológica de la personalidad del sujeto).

Existen 4 temperamentos básicos:

· Humor sanguíneo: humor variable y altibajos emocionales.

· Melancólico: individuos tristes pero risueños y soñadores.

· Colérico: sentimientos impulsivos y voluntad de hierro.

· Flemático: lentitud y apatía, pero con sangre fría.

A pesar del temperamento y de esta interpretación subjetiva, los padres deben cumplir con unos mínimos:

· Desarrollar la comunicación

· Crear una base de seguridad y confianza

· Responder a sus necesidades

· Mostrar afecto y pasar tiempo juntos

· Autocuidado

Concepto: hace referencia a los vínculos emocionales que la gente forma con otras personas a lo largo de su vida, primero con sus progenitores, y después con sus amigos, su pareja, sus compañeros y sus hijos. Se trata del tipo de lazo emocional y afectivo que surge entre dos individuos.

a. John Bowlby: es la teoría del apego más aceptada. El apego se inicia en la infancia y continúa a lo largo de la vida.

Los niños poseen un comportamiento innato que les lleva a querer explorar cosas nuevas, pero cuando éstos se asustan por las circunstancias que sean, su primera reacción es buscar la seguridad de su cuidador primario.

b. Mary Ainsworth: propuso su concepto de “situación extraña” (situación del niño con alguien que no es un familiar) y añadió tres estilos de comportamiento:

i. Seguro: cuando el niño busca protección y seguridad, lo recibe. Afecto que proporciona una autoestima sana. Tienden a ser en el futuro personas estables con relaciones personales saludables.

ii. Inseguro-Evitativo: el cuidador deja de atender las necesidades de protección del niño. Inseguridad, sensación de abandono y se sienten desplazados. Cuando el cuidador se va no suelen mostrar sufrimiento o miedo y su retorno no es especialmente celebrado, indiferencia o evitación del contacto. La figura de apego puede haberse considerado lenta o poco sensible a las necesidades afectivas y de protección del niño.

iii. Inseguro-Ambivalente: responden a la separación con gran angustia y suelen mezclar sus conductas de apego con protestas y enfados constantes porque han recibido mensajes contradictorios (unas veces han recibido amor y protección y otras no, de manera muy variable e inestable). No están seguros de si pueden contar con su presencia. Suelen mantenerse cerca de la figura de apego constantemente.

iv. Algunos autores también hablan del apego desorganizado: elación amenazante entre el cuidador y el bebé, en la que los padres o quienes se encarguen del infante se comportan de forma impredecible, ambiente hostil.

c. Hazan y Shaver: estos autores hablan del apego en las relaciones amorosas de los adultos:

i. Apego seguro: autoestima sana y relaciones personales saludables. Se sienten seguros, no les preocupa la intimidad y son independientes.

ii. Apego preocupado-ansioso: buscan de manera constante aprobación de los demás y la necesidad continua de la pareja. Impulsivos, dependientes, desconfiados y tienen una visión poco positiva de sí mismos y de sus relaciones interpersonales.

iii. Apego evitativo-independiente: suprimen sus sentimientos para no sufrir, se aíslan por sentirse incómodos en la intimidad con otras personas, son muy independientes. Se ven a sí mismos como autosuficientes y sin necesidad de relaciones cercanas.

iv. Apego desorganizado: sentimientos contradictorios en sus relaciones interpersonales. Desean la intimidad con otros pero a la vez se sienten incómodos. Se desvaloran y desconfían de los demás. Buscan menos la intimidad y suprimen sus emociones.

Eneatipos: ansiosos 3,6 y 9; evitativos 1, 4 y 7; desorganizados 2, 8, y 5.