Si formas parte de los fieles lectores de Psicopocket y has leído el último post publicado sobre «La isla«, seguramente estarás haciéndote muchas preguntas acerca de la muerte, sus etapas y del duelo en general. Si no es así, te invito a que te sumerjas en esta historia maravillosa llena de misterios, intriga, psicología y amor. Si quieres ponerte al día con esto, estás a tiempo! accede a los distintos capítulos en los siguientes enlaces:

http://dicendi.com/gj/la-isla-capitulo-1-terciopelo-segunda-parte/

http://dicendi.com/gj/la-isla-capitulo-2-suenos-primera-parte/

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Ahora volviendo al tema que nos interesa… EL DUELO:

1. ¿Qué es el duelo?

El duelo es el conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que se generan como consecuencia de una pérdida afectiva. En general, el término “duelo” se vincula con la pérdida de personas queridas, con la muerte, como decíamos antes. Pero no es sólo eso…también se produce un duelo ante un fracaso personal, ante las separaciones o rupturas interpersonales, la pérdida de un lugar de trabajo o del interés por el trabajo, la pérdida de una ideología, de unas esperanzas, etc.

Los duelos comienzan con un impacto afectivo y cognitivo de la pérdida y terminan con la aceptación de la nueva realidad interna y externa del sujeto, así como su readaptación biológica, psicológica y social. Al final se recupera la pena y se recompone el mundo interno ,lo cual parecía imposible al principio. En la recuperación no se niega la pérdida, se vive con ella, se acepta como una realidad que es constante en la vida de todos.

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2. Causas

Las causas pueden ser variadas, pero las causas más graves de duelo en España son:

  • Divorcios y separaciones  (0.23%)
  • Muertes (0.83%)
  • Enfermedades graves y accidentes (2.07%)
  • Migraciones (0.12%)
  • Pobreza (2.27%)

3. ¿Es el duelo un motivo frecuente en consulta?

Lo ideal sería prevenir, y acudir al psicólogo cuando te enfrentas a una situación tan grave como un duelo como los que se han mencionado en el punto anterior, pero esto no ocurre así. Si el sujeto llega a acudir a terapia lo hará por quejas biológicas (psicosomatización), por enfermedades puestas en marcha o agravadas por el duelo o por síntomas de desadaptación.

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4. Fases

John Bowlby en 1980 propuso que en los duelos se pasaba por cuatro momentos o períodos clave:

I. Fase de incredulidad y embotamiento de la sensibilidad: puede durar entre algunas horas hasta una semana, y puede verse interrumpida por momentos de pena o cólera intensas.

II. Fase de añoranza, anhelo y búsqueda de la figura perdida: durar desde meses a años.

III. Fase de desorganización y desesperanza.

IV. Fase de mayor o menor reorganización.

Años más tarde Elisabeth Kübler-Ross propone 5 fases:

1. Negación.

2. Añoranza.

3. Ira y negociación.

4. Depresión.

5. Aceptación.

Más adelante se propone el modelo de las 4 fases de Stroebe que es muy aceptado actualmente:

  1. Impacto: En este momento la tarea fundamental que debe desempeñar el psicólogo es aceptar la realidad de la pérdida.
  2. Aflicción y turbulencia afectiva: En esta fase se deben trabajar las emociones y el dolor de la pérdida.
  3. Pena y desesperanza reversibles: Se debe realizar una readaptación al medio contando con la ausencia del objeto.
  4. Recuperación/desapego: Reubicación del objeto (interno), es decir, «olvidar recordando».

Estas fases se producen cuando el duelo es normal, pero qué pasa si intentamos saltarnos alguna de esas fases? que pasa si nos quedamos enganchados en alguna de ellas? A continuación te cuento cómo son los duelos complicados y patológicos.

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5. Tipos de duelo complicado y patológico.

El duelo puede vivirse y expresarse fundamentalmente de las siguientes maneras:

1.De forma dramática y dramatizadora (el duelo dramatizado o histérico).

2. Lleno de miedos, temores y evitaciones (el duelo fóbico).

3. Con repeticiones, ritos y dudas interminables (el duelo obsesivo-controlador).

4. Con tristeza y culpa desesperantes, autoacusaciones sin fin, incapacidad a readaptarse, con imposibilidad de mirar al futuro… (el duelo melancólico).

5. El duelo con abuso de alcohol u otras drogas (el duelo con drogas).

6. El duelo complicado por relaciones internas o externas perversas (abusando del otro, dejándose abusar, desarrollando desviaciones en las relaciones sexuales…): la perversión del duelo.

7. Con acciones y conductas continuadas, de riesgo o aventuradas, “para no parar” (el duelo incontinente).

8. Todo parece que va bien, los sentimientos son poco afectantes, pero aparecen enfermedades relacionadas con el sufrimiento del duelo (el duelo operatorio: con enfermedades cardiovasculares, inmunitarias, etc.).

9. Lleno de desconfianza, sentimientos de persecución o perjuicio, de que nos quieren hacer o nos han hecho daño (el duelo paranoide).

10. Con ideas, creencias o percepciones fuera de la realidad (el duelo delirante).

11. El duelo con tendencia al trastorno por estrés postraumático, al delirio agudo, a crisis confusionales… (el duelo desorganizador o “borderline”).

Síntomas de duelo complicado o patológico:

1. No se puede hablar de la pérdida sin dolor intenso.

2. Acontecimientos poco importantes desencadenan intensas reacciones emocionales.

3. Imposibilidad de desprenderse de determinadas costumbres o hábitos de riesgo.

4. Sobrevaloración de los síntomas físicos propios.

5. Mala cumplimentación de los tratamientos o hábitos sanitarios habituales.

6. Cambios radicales en el estilo de vida.

7. Sentimiento de soledad y/o falta de apoyo social.

8. Pasividad, somatizaciones y dramatizaciones excesivas, reiteradas o persistentes.

9. Actuaciones incontinentes o uso de drogas.

10. En la entrevista clínica aparecen continuadamente temas de pérdidas.

11. Tristeza inexplicable en ciertos momentos del año.

12. Depresión subclínica o euforia (más o menos artificial).

13. Sobreidentificación con enfermos conocidos más graves o muertos.

14. Aumento de los impulsos destructivos.

15. Exceso de ira, de desconfianza o de sentimientos de persecución

16. Fobias sobre la enfermedad o la muerte.

17. Factores de riesgo o estrés concurrentes reconocidos.

18. Aparición de un cuadro clínico completo (duelo patológico).

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6. Cómo superar el duelo

Lo primero que se debe hacer es identificar el tipo de duelo del que se trata y posteriormente actuar en base a esto.

  • Si se trata de un duelo previsiblemente normal, es decir, no hay factores de riesgo especiales y existen suficientes factores de protección o contención, entonces el profesional debe ACOMPAÑAR al paciente en su proceso de duelo.
  • Si se trata de un duelo complicado, es decir, existe la presencia de numerosos o graves factores de riesgo, insuficiencia de los factores de protección y entre ellos, la resiliencia y la contención, tanto personal como social, entonces el profesional, como experto, debe asesorar y ayudar al sujeto.
  • Si se trata de un duelo patológico, es decir, cumple los criterios de algún cuadro psicopatológico de las clasificaciones psiquiátricas habituales, el profesional debe intervenir.

Durante la terapia deben existir los siguientes elementos:

  • Establecer una alianza terapéutica y un contrato terapéutico.
  • Ofrecer un apoyo de cierta continuidad, no puntual, interrumpido o incierto.
  • Facilitar el afrontamiento de la (realidad de) la pérdida.
  • Respetar los tiempos y permitir un ritmo propio de “elaboración del duelo”.
  • Tolerar las diferencias interindividuales, incluso en el mismo duelo: – Cada sujeto suele tener estilos y ritmos diferentes de afrontar los procesos de duelo, sobre todo en los tres primeros momentos, y máxime en un mundo multicultural como es el nuestro.
  • Mejorar la expresión e identificación de emociones y sentimientos y, sobre todo, culpa, ira, miedo, tristeza, nostalgia…
  • Recomendar prudentemente temas, recuerdos, objetos e iconos para ayudar a recordar y técnicas de “imaginación guiada”.
  • Reforzar la “normalidad” y la autogestión: señalar que muchas de las reacciones de ese duelo son “normales” (si lo son).
  • Ayudar a explorar lo adecuado o inadecuado de las defensas psicológicas contra el sufrimiento.
  • Ayudar a vivir sin el fallecido, sin lo perdido, facilitando la “reubicación” del objeto interno.

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