El miedo siempre es previo a la acción, durante la acción el miedo desaparece. ¿Cuándo no desaparece? Pues en situaciones fóbicas, situaciones que hemos convertido en patológicas.
Es normal que ante un estímulo (un objeto, una persona o una situación) que percibimos peligroso nos salga como respuesta automática la evitación o la huida, ya que es una solución a un problema totalmente válida. Incluso, podemos decir que se trata de una solución muy funcional porque conseguimos aliviar la ansiedad del momento y adquirir control y seguridad ante la situación.
Hasta aquí todo bien… el problema comienza cuando empezamos a utilizar la evitación como mecanismo de solución de problemas de forma automática, porque entre otras cosas lo que puede ocurrir es que desarrolles o una fobia (o varias) o que tu problema se transforme en un Trastorno Evitativo de la Personalidad.

La evitación se debe utilizar de forma puntual, cuando ese estímulo no es constante en tu vida y cuando su evitación no te genera sufrimientos. Es decir, si tienes fobia a las arañas y vives en Madrid en un piso en pleno centro de la ciudad, no pasa nada… ahora bien, si te vas a vivir a Colombia entonces ya pasa, ya llega el momento en el que te debes enfrentar a tu miedo.
Resulta que los beneficios de la evitación sólo son tangibles a corto plazo, porque a medio y largo plazo, si el problema se mantiene en el tiempo, se refuerza inconscientemente la idea de que aquello que me da miedo es peligroso, cuando no tiene por qué ser así.
La ansiedad ante este estímulo que nos asusta no sólo se reduce evitando, sino que también se reduce mediante la «exposición«, es decir enfrentándonos a aquello a lo que tememos porque comprobaremos que esa amenaza es errónea.

Llegados a este punto, ¿Qué pasos debes dar para enfrentarte a tu miedo?

Paso número 1: Adquirir herramientas que te permitan afrontar tu ansiedad, es decir, aprender técnicas de relajación, establecer hábitos saludables (dieta equilibrada, deporte, actividades al aire libre), organización práctica de la rutina del día a día y transformar los pensamientos negativos automáticos en pensamientos alternativos positivos.

Paso número 2: Plantéate si te sentirías más cómod@ exponiéndote directamente a tu problema (llamado «Inundación») o de forma gradual (llamado «Exposición gradual»). Ambas puedes hacerlas tanto en imaginación como en vivo.

Paso número 3: Elabora una jerarquía de exposición. Es decir, si te dan miedo las palomas, primero prueba a pensar en palomas, después mirar fotografías de palomas, acercarte a una paloma, etc.

Paso número 4: Prémiate por los avances que vayas haciendo, por pequeños que sean.

Paso número 5: propónte metas cada vez más retadoras. Enfréntate al siguiente ítem de la jerarquía que creaste, y continúa hasta el final, peldaño a peldaño.