Es normal tener determinadas etapas en la vida en las que no tenemos el mismo deseo sexual que de costumbre. Esto puede deberse al cansancio, al estrés o a que simplemente nos apetece hacer más otro tipo de actividades.
Pero entonces: ¿Cuándo empieza a ser un problema?, ¿Por qué puede ocurrir esto? Y por último, ¿Deberíamos hacer algo para que este deseo sexual aumente?
Empieza a ser un problema cuando de manera permanente la persona no quiere o no necesita tener relaciones sexuales. El interés por la actividad sexual concreta es mínimo, las fantasías o pensamientos sexuales o eróticos están ausentes y habitualmente no son personas receptivas sexualmente ni tienen la iniciativa a la hora de proponer relaciones. Esto lo llamamos deseo sexual hipoactivo. Los casos como este son frecuentes en consulta cuando la falta de deseo sexual es una fuente de discusiones y malestar en la relación de pareja.
La falta de deseo sexual es algo que ocurre a ambos sexos, aunque es cierto que las mujeres lo consultan más.
Posibles causas:
– Factores hormonales por reducción de testosterona.
– Problemas de pareja. Faltan momentos de intimidad, les ha invadido la rutina o existen problemas sin resolver que tienen que ver con la relación.
– Falta de satisfacción sexual. Si las relaciones sexuales son poco satisfactorias entonces disminuye la probabilidad de que queramos repetirlas.
– Creencias limitantes que puedan estar influyendo en cómo vemos las relaciones sexuales.
– Problemas emocionales.
– Verlo como algo normal y no querer solucionarlo.
A tener en cuenta: las diferencias individuales de deseo sexual. Es decir, una persona puede tener más deseo sexual que otra y si esto ocurre en pareja se debe llegar a un equilibrio mediante la comunicación.